Con
referencia al artículo publicado el 11/7/2015 por ADN Río Negro y
otras publicaciones nacionales:
“El
aprovechamiento del gas en Vaca Muerta incorporará 5 millones de
nuevos usuarios”.
(1)
Roberto
Ochandio, 12 de Julio 2015
Es
difícil criticar objetivamente el contenido de esta publicación sin
tener acceso a todos los datos de producción e inversiones en Vaca
Muerta. Tanto estos datos como el rendimiento actual de ese
yacimientos son datos bien guardados por el gobierno y las compañías
petroleras. Sin embargo, un análisis somero revela que este artículo
en ningún momento describe los efectos colaterales de la extracción
de hidrocarburos no-convencionales, enfocándose exclusivamente en
los potenciales beneficios de su extracción.
La
experiencia de los EEUU, con decenas de miles de pozos, nos dice que
la fractura hidráulica tiene tremendos impactos negativos, tanto en
la salud de las personas y la biosfera como en el agotamiento,
contaminación y destrucción de bienes naturales irremplazables.
Obviamente,
si solamente miramos el lado positivo de tener energía abundante, la
explotación de Vaca Muerta no deja de ser un proyecto entusiasmante.
Sólo de pensar que podemos tener energía abundante para seguir
creciendo sin límites permite soñar con un futuro brillante para
todos.
En
su análisis del rol de la naturaleza, E. F. Schumacher (Lo
pequeño es hermoso, 1973) pone de manifiesto el papel que juega
la naturaleza en el sistema capitalista. Los combustibles fósiles,
al igual que todo otro bien común, son parte del capital de la
naturaleza, al igual que el agua y los humedales, el aire, la tierra
y la biosfera. Sin embargo, para el sistema capitalista estos no son
bienes comunes limitados sino recursos naturales considerados como
una ganancia más en el esquema de sus negocios.
Al
ser evaluados como un ingreso más, no se considera el costo de
generación de ese capital natural ni su costo de reposición, ni los
costos de reparación de daños ambientales. Si estos costos fueran
incluidos en sus balances de pérdidas y ganancias, bien diferente
serían las predicciones propuestas por estas corporaciones.
Con
esto en mente, cuando examinamos los costos reales de la aventura
extractivista en Vaca Muerta es cuando se nos enfría el entusiasmo,
y son precisamente estos costos reales los que deliberadamente oculta
el artículo del IAPG -Instituto Argentino del Petróleo y el Gas.
-
¿Qué costo le podemos asignar al agotamiento y contaminación del agua de ríos, lagos, y acuíferos subterráneos?
-
¿Qué costo le ponemos al calentamiento global como consecuencia de las pérdidas y venteos de metano y la quema indiscriminada de combustibles fósiles?
-
¿Qué costo le ponemos a las enfermedades, incapacidades y sufrimientos causados por los productos químicos usados en la fractura hidráulica?
-
¿Cómo valoramos las pérdidas de las comunidades originarias afectadas por cambios violentos en su estilo de vida, cultura, y economía, ante el despojo a los que se ven expuestos por las compañías petroleras?
-
¿Cómo valoramos el daño al tejido social ocasionado por la implementación de estos proyectos extractivos, afectando estilos de vida, economías domesticas, desarraigo, judicializaciones?
-
¿Qué costos le asignamos a la remediación del medio ambiente, afectado por la explotación de miles de pozos, construcción de plataformas, caminos, piletones, tendido de lineas eléctricas y cañerías?
Todos
estos son costos que la sociedad deberá absorber una vez que se
termine el sueño (o pesadilla) extractivista. De acuerdo a la
experiencia en los EEUU, esta burbuja no dura más de 10 a 15 años
durante los cuales las grandes corporaciones internacionales y
nacionales, subsidiadas y protegidas por el gobierno nacional y de
las provincias, se llevan todas las riquezas dejándonos los daños a
cargo nuestro.
Como
vemos, hay muchos interrogantes que la publicación del IAPG no se
atreve a mencionar. Esto no debería sorprendernos: el IAPG es una
organización creada y financiada por las compañías petroleras que
funciona como agente de propaganda de esta mismas compañías. Esta
es su razón de existir y para ello mienten y ocultan datos y hechos
respondiendo a los intereses de sus patrones.
El
artículo del IAPG quiere hacernos creer en un futuro en el cual la
energía sería distribuida equitativamente. Sin embargo, la
experiencia reciente nos dice claramente que el destino de la energía
y otros bienes de la naturaleza sólo están disponibles para los
elegidos, sean estas compañías extractivistas de todo pelaje o
aquellos que lograron acomodarse en la escala social. En momentos en
que el mundo atraviesa una crisis energética sin precedentes, lo que
debería ser el principal cuestionamiento - energía para qué y para
quién – pasa totalmente desapercibido para estos propagandistas
del saqueo y la contaminación.
La
red de desinformación de la cual el IAPG forma parte quedó
ampliamente expuesta hace unos días cuando se reveló que Exxon
sabía (desde 1981...!) de la conexión existente entre la emisión
de gases de efecto invernadero y el calentamiento global (2).
Sus investigaciones llevaron a la industria del petróleo y el gas a
una campaña de negación y ocultamiento de estos impactos que dura
hasta nuestros días, a sabiendas del daño irreversible, y quizás
terminal, a la vida en nuestro planeta.
(2)
The
Climate Deception Dossiers
Internal
Fossil Fuel Industry Memos Reveal Decades of Corporate Disinformation
http://www.ucsusa.org/sites/default/files/attach/2015/07/The-Climate-Deception-Dossiers.pdf
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